Sin temor a Dios…

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Por María Jaramillo Alanís

A partir del miércoles arrancó el negociazo de los comerciantes, aquí en Victoria, en la puesta en marcha del llamado “Buen Fin” participaron autoridades municipales, estatales y federales. Déjenme decirles que la idea es buena, aunque a decir verdad, en el Buen Fin, obvio, solo ganan los comerciantes.

Desde hace cinco años la economía de Victoria está prácticamente quebrada, gracias a unos diablitos azules que compraban todo fuera de la capital, luego vino la pandemia, (a alguien más hay que echarle la culpa) les cayó como anillo al dedo y todo se lo llevó el chahuistle, todos en la ruina y sin nadie que nos echará un lazo…mínimo para ahorcarnos.

Hoy, aunque el Coronavirus sigue presente en nuestra cotidianidad, la vida florece y todo se renueva, sin embargo, aunque la población desee darse un gusto comprando algo en gran oferta, tendrá que aguantarse las ganas pues los niños regresarán a clases presenciales y obligadamente tendrán que comprar los uniformes, zapatos, camisas y ropa deportiva, cuyos precios están disparados.

O compramos calzones o lo que necesitan los chamacos para regresar a clases presenciales.

Y triste nuestra calavera pues todo lo relacionado con la escuela no tiene descuentos en el Buen Fin.

No me crea el Grinch del Buen Fin, ojalá todos tuviésemos un peso de más para ir de compras al centro de Victoria o a cualquier plaza comercial, pero no hay efectivo ni nada que dar, no hay circulante en nuestras calles, puesto que somos una ciudad que no genera empleos bien pagados, bueno, ni el periodismo ya es bien pagado, damos pena, en serio.

Deseo de todo corazón que a todos les vaya muy bien, pero por fi, dijera aquel regordete sujeto que ahora anda de panista, Pepe Flores, que los comerciantes no saque trapos del año de la tostada y zapatos que en la primera puesta se despeguen, se rompan…así, por favor, tengan tantito temor a Dios.

Viandas, Don Elías, Don Jorge….                                             

Se volvió casi imposible acudir a restaurantes como las Viandas, Don Elías o Don Jorge, todos sin excepción están carísimos, sus platillos son solo para ricos o políticos ricos, de esos que cada tres o seis años pueblan nuestra ciudad.

En serio, comensales de Las Viandas, a donde me gustaba ir por unos tacos y cafecito, se espantaron con los precios; un bistec ranchero a 180 pesos el platillo…en serio, ¿corretean la vaca en Argentina o qué rollo?

 Lo cierto es que la Profeco no se mete, y en todo caso deberíamos ser nosotros los que castiguemos a los restauranteros para que se eduquen y le bajen a su chiflazón.

Feliz, que hasta el hambre me volvió…

El Diputado Gustavo Cárdenas Gutiérrez siempre saluda de manera efusiva, pero esta vez, a lo lejos nos mandó un beso como si fuera pitcher que lanza por abajo del brazo…a mi edad no se deben aceptar ese tipo de besos. Pero por un segundo fui feliz.

Enseguida, no salía de mi asombro con la osadía de Gustavo y sale el dipu doble F, Pepe Braña que pecó hasta de cínico, pues me saludó y hasta abrazó…me hizo el día (Ajá), verdad de Dios.

Feliz como lombriz de tierra…

Pero además allá en el Congreso fue un verdadero gusto reencontrar a amigos de verdad, de la vieja guardia de la izquierda, Raúl Sinencio Chávez junto a Pedro Alonso Pérez, ambos amigos desde hace más de treinta años. Eso sí, me dio harto gusto verlos.

Desde mi Trinchera…

María Jaramillo/Desde mi Trinchera

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