Por María Jaramillo Alanís
Hace algún tiempo, el día de las y los periodistas en México, los políticos se rasgaban las vestiduras, y ellas y ellos se sentían soñados junto a las mujeres y hombres del poder. Los discursos y el proceder cambiaron, al menos en Tamaulipas, hace dos sexenios los gobernantes nos dieron varias lecciones, la más importante y que nos puso a prueba, es que supimos vivir en la resistencia, cavando trincheras y observando desde la barda y recopilando información por si se ofrecía para el camino.
Huelga decir que las y los periodistas somos de carne y hueso y tenemos ideología, -mi mayor defecto- y sí se hace periodismo militante, unos al lado de la izquierda y muchos más que han vivido del presupuesto público, del lado del conservadurismo, entiéndase, PAN, PRI, MC, los que representan a los interés fácticos y oligárquicos.
Algunos dicen con singular alegría que el periodismo debe ser neutral, yo digo que quienes dicen eso, solo esconden su hipocresía, porque se arrodillan frente al poder, que no son otros, ciudadanos que nos representan, es decir, que elegimos en las urnas y en todo caso, nuestros empleados.
No hablemos de los dueños de los grandes medios de comunicación, impresos, electrónicos, radiofónicos, ellos son los cicateros de sueldos, aguinaldos, que en algunos casos prefieren cerrar sus medios que pagar a los compañeros que laboraban en ellos.
Los dueños de los medios siempre serán los grandes beneficiarios de los presupuestos públicos, porque no les interesa el periodismo crítico ni ético, sino cuidar sus “otros” grandes negocios; gaseras, restaurantes, gasolineras. Y odian con toda su entraña al presidente Andrés Manuel López Obrador, y a la Cuarta Transformación, porque les ha descobijado, los ha exhibido como lo que son; buitres del presupuesto.
Todo esto viene a colación porque el pasado 4 de enero, día del periodista nos tocó en suerte, estar en el desayuno que convidó el gobernador Américo Villarreal Anaya y sí, me sorprende que un hombre de ciencia tenga un claro y vasto conocimiento de lo que ha sucedido en el país y el empobrecimiento de la población.
Decía en petit comité que en 30 años los gobiernos neoliberales, decidieron crear las condiciones para que la macroeconomía estuviera bien, pues eso suponía que la microeconomía sería beneficiada con los llamados escurrimientos, cosa que no sucedió, sino todo lo contrario.
Ahora se actúa para que la microeconomía este bien, porque significa que la población trae dinero en su bolsillo para lo básico, y ponía de ejemplo los salarios, Villarreal Anaya no es un gobernante común, no como los que vimos pasar en los dos anteriores sexenios, indolentes y despilfarrados, tanto, que dejaron en quiebra las finanzas públicas estatales.
Sí es verdad, hay grandes retos para ejercer un periodismo crítico y ético, comprometido con quien siempre debió ser el centro de nuestro quehacer; el pueblo. Y por eso es importante tomar distancia de las mujeres y hombres del poder.
En su discurso a las y los periodistas entre muchas cosas dijo “El periodismo debe convertirse en un motor de gran importancia para la transformación democrática, para lograr el ideal de regenerar la vida pública y llegar a ser una sociedad mucho menos desigual en oportunidades y derechos”
“El periodismo debe ser crítico pero debe hacerse con ética”.
Dijo además que el buen periodismo no solo ha sido testigo o fiel registro de las grandes transformaciones, sino que ha sido una parte sustantiva.
“El periodismo debe hacerse desde cualquier trinchera política, pero debe hacerse en condiciones de respeto, de tolerancia a las diferencias, sin persecución ni riesgos”
Hay que tomarle la palabra a Villarreal Anaya.
Y en este sentido hay que anotar que las deudas que aún tiene el Estado con el gremio, es el esclarecimiento de los crímenes ocurridos en el sexenio anterior; Héctor González Antonio, Carlos Domínguez, Antonio de la Cruz y su hija Cinthia.
Y por otra parte legislar para la creación de un verdadero mecanismo de protección para las y los periodistas que por distintas razones, se vean en riesgo.
El mal mayor del periodismo es lo anodino, ciertamente las redes sociales crearon escaparates para que cualquiera se dijese periodista, pero al mismo tiempo, el Estado y los gobernantes orillaron a los trabajadores de la información a tomar ese camino, una porque los medios no pagaban lo justo y por otra parte, nadie que sea crítico al sistema, o al gobernante en turno, es requerido por empresa alguna.
Hoy seguimos siendo males necesarios, unos y otros.
Desde Mi Trinchera Vietnamita, más Janambre que nunca.