Bitácora del director

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No estar seguro ni en casa

Por: Pascal Beltrán del Río

Hasta hace poco, los mexicanos se tenían que preocupar sólo de lo que podría pasarles de las paredes de su domicilio para afuera.

La delincuencia podía acechar en la calle, en el microbús o en un negocio que uno tuviera la mala fortuna de visitar justo en el momento de un asalto. Pero, ¿en la casa?

Se pensaba que, fuera de incidentes de violencia familiar, uno podía estar tranquilo una vez que cerrara la puerta del hogar. Los barrotes en las ventanas proveían de una calma adicional para mantener a raya a los amantes de lo ajeno. La casa no era sólo el castillo de sus habitantes, sino su fortaleza inexpugnable.

Pero ya no.

Ni puertas ni barrotes contienen la arremetida de los criminales, como se sabe con cada vez mayor frecuencia. Y no sólo para robar pertenencias, sino para matar.

En Juchitán, Oaxaca, una familia de cuatro integrantes
–entre ellos una niña de tres años de edad– fue ejecutada el domingo pasado dentro de su domicilio. Es el tercer hecho de su tipo en esa ciudad del istmo de Tehuantepec en unos cuantos días, con un saldo de 10 personas asesinadas, de las cuales ocho eran mujeres.

A las 14:30 horas del viernes pasado, en Tlajomulco de Zúñiga, en el sur de Guadalajara, Eduardo Salomón Puertos Gaytán, un joven de apenas 16 años de edad, fue sacado de su casa por al menos tres hombres encapuchados y armados que tumbaron la puerta.

Aparentemente, los delincuentes buscaban a otra persona, habitante de una casa vecina, que se escabulló por los techos. Por circunstancias que no quedan claras, entraron en el domicilio de la familia Puertos, en el fraccionamiento Hacienda Los Fresnos II, donde Eduardo cuidaba a sus cuatro hermanos menores. Antes de que se lo llevaran por la fuerza, el joven encerró a los niños en el baño. Eso seguramente les salvó la vida.

Circuito Bambú, la calle donde está la casa, forma una herradura dentro de un circuito mayor, llamado Avenida de las Uvas, que sólo tiene dos accesos, y ambos dan a Camino Unión del Cuatro, una vialidad principal. Los criminales no pudieron haber entrado y salido de la colonia sin llamar la atención. Es decir, actuaron sin preocupación de ser vistos irrumpiendo en un domicilio y luego llevándose secuestrada a una persona a plena luz del día, en el inicio de un fin de semana largo.

Los siguientes dos días, los padres de Eduardo se dedicaron a la búsqueda de su hijo. Junto con sus vecinos, se manifestaron con cartulinas y repartieron copias de la ficha de desaparición que elaboró la Fiscalía General de Justicia del estado. El padre contó que estaba trabajando cuando Eduardo le llamó por teléfono para alertarlo de la inminente irrupción de los hombres en el domicilio.

“Me dice que estaban tratando de romper la puerta de la casa”, describió, acongojado. “Se escucha cómo truena la puerta y le dicen que se tire al suelo. Luego se oye un balazo y alcanza a gritarme: ‘¡Ayúdame, papá!’”.

Cuando pudo volver a su casa, encontró la cerradura reventada y una mancha de sangre en la puerta. “Lalo, muy valientemente, mandó a sus hermanos a esconderse en el baño de la parte de arriba”, relató. Al muchacho se lo habían llevado en una camioneta Ram gris.

El domingo, elementos de la Fiscalía catearon una finca en la colonia Centro de Tlajomulco, luego de recibir información sobre la presencia de vehículos que participaron en la acción en la que fue secuestrado Eduardo. Allí encontraron el cuerpo del menor, junto con el de otra persona no identificada.

En este México uno no está seguro ni en su propia casa.

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